Podría tratarse de una buena canción
En la que se tratara de capturar la esencia del mar, aunque sea desde lejos
Imitando la silueta de su melodica sobre la partitura oceánica
Replicada en el centenar de oídos románticos que se han posado en las jornadas nocturnas de amor filtrado entre la espuma que se anida en la arena
El sonido viene y va
Nos contiene y nos abandona
Pero el asunto es que nada de lo que nos daña realmente nos puede curar
Por más que la intención escape de la duda y la fantasía se arrope con realidad
Mentira sigue siendo
Y mentira será
El compás gira en torno a la Luna
Sin centímetros ni figuras predeterminadas
Cualquier conocimiento considerado universal queda postergado, ¿alguna vez fue realmente cierto?
Lo absoluto fue derrocado hace bastante tiempo
Ilusorio resulta intentar mantenerlo, extenderlo, tarde o temprano comprendemos que aquella canción a la que llegamos por casualidad cuando vamos jugando con nuestros dedos en el estéreo, revoloteando con el sector más auténtico de nuestro tacto por la diversidad de funciones que oscilan entre lo deseado y lo impuesto, los grandes hallazgos del universo, servidos ante nuestros sentidos como un pequeño artefacto mágico, que nos transporta a lo lejano, pero a la vez esperado y que resulta ser, lo que justamente estábamos esperando
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